Estadística

martes, 3 de agosto de 2010

Más allá de la crisis, tragedia en Guatemala.

                 El pasado 27 de Mayo, varios departamentos del país de Guatemala se vieron afectados por la erupción del volcán Pacaya. Este hecho, unido a la tormenta tropical Ághata, que se desató a primeras horas del día 29 del mismo mes por todo el país Guatemalteco, ha dejado un resultado de más de 200 muertos, 100 desaparecidos, más de 100.000 damnificados y unos 350.000 afectados.

Guatemala es un lugar de tanta belleza como extrema pobreza y desnutrición que constituyen una seria y persistente amenaza para el desarrollo del país, y en particular para sus poblaciones indígenas.

En abril del 2009, Unicef ya nos advierte que uno de cada dos niños guatemaltecos sufre desnutrición crónica y que el 80% de los niños y niñas indígenas menores de 5 años tienen serios problemas alimenticios.

Sus pobladores sufren, también, vulneraciones sistemáticas de sus derechos a la salud, de sus derechos laborales, del derecho a la tierra y al agua, sin que el Estado haya establecido políticas que garanticen mínimamente estos derechos.Por otro lado, los Guatemaltecos tienen que enfrentarse con problemas como la corrupción e impunidad, que impiden la consolidación de un estado democrático que camine por sendas de paz.

La Comisión Internacional contra la Impunidad Internacional ha cifrado en un 98% el nivel de impunidad en el país, ya conocíamos el pasado junio la dimisión de su máximo dirigente, el jurista Castresana debido al incumplimiento del Estado Guatemalteco de sus obligaciones en la lucha contra el crimen organizado, que convive con las Instituciones del Estado.

A todo lo anterior debemos sumar cómo la inseguridad ciudadana, el crimen y la violencia generalizada afectan de manera especial a un sector tan vulnerable como es la mujer, siendo Guatemala el país centroamericano con mayor número de mujeres víctimas de homicidios.

En este contexto, la fuerza y violencia de la naturaleza de Aghata y Pacaya han mostrado su rostro más mordaz con los más desfavorecidos del país, funcionando la tormenta y la explosión del volcán como una lupa que ha dejado en evidencia las importantes desigualdades sociales de la tierra de los Mayas.

Podríamos preguntarnos si la tormenta Aghata y la explosión del volcán Pacaya provocan desastres naturales o, por el contrario, sólo agravan los desastres sociales ya existentes.

Para muchos guatemaltecos la erupción ha supuesto que sus campos de mil colores se hayan convertido en lugares grises y negros de infraviviendas destruidas a consecuencia de que sus frágiles materiales de chapa no soportan el peso de la ceniza expulsada por el volcán.

Esa ceniza es la misma que ocasionará problemas oculares y respiratorios a una población que, de ordinario, no tiene acceso a ningún servicio médico.

Y al material volcánico se unió la lluvia torrencial para extender entre los pobres más desastres sociales: familias enteras sepultadas junto a sus casas por aludes de tierra, niños perdidos en las crecidas de los ríos, puentes y carreteras destruidas, lodo y suciedad, amenazas de más infecciones médicas, dengue, plantaciones arrasadas…

Sin embargo, para las clases guatemaltecas más favorecidas el panorama ha sido de lógica tristeza e impotencia al ver, en directo, la aterradora realidad de los “otros” a través de la televisión, mientras detrás de sus ventanas simplemente llovía.

En esos días me encontraba en Guatemala trabajando en un curso, organizado por la Agencia Española Internacional para el Desarrollo, pudiendo constatar la destrucción de carreteras, puentes, interrupción del tráfico aéreo, y siendo testigo no sólo de la desolación más absoluta de quien lo ha perdido todo, sino también de las exageradas carencias de los albergues habilitados en los que faltan elementos esenciales como agua, alimentos, colchones, mantas, leche, pañales, ropa y medicinas.

Ante la situación que he comprpbado de primera mano en Guatemala, me sorprende la poca repercusión que la noticia tuvo en nuestro país. Me pregunto si en esto que llamamos el primer mundo, líder en comunicaciones e innovaciones tecnológicas, donde todo tiene un precio, acaso no utilizamos las noticias como meros productos de consumo. Y si quizá la crisis mundial en la que nos hayamos inmersos y que afecta a grandes sectores de los países avanzados, nos hace aún más insensibles y deshumanizados frente al dolor y sufrimiento más extremo que se extiende allende nuestras fronteras.

Debemos, quizá, reflexionar sobre la conveniencia de estar alerta ante las desgracias de aquellos pueblos que no garantizan condiciones de dignidad mínimas en la vida diaria de sus ciudadanos, para de esta manera merecernos el título de países desarrollados con ciudadanos implicados en construir caminos de paz globalizados.

Seguramente deberíamos entender la crisis económica como una oportunidad de potenciar nuestra solidaridad, con el fin de exigir a todos los agentes sociales verdaderos cambios que nos hagan más humanos.

3 comentarios:

  1. siempre es importante, en estos tiempos de engaño e hipocresía, ir contándonos lo que vivimos.
    Muchas felicidades, seguro que nos ilustrarás.
    Javi

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  2. Enhorabuena!!!!!!
    Buen artículo.
    Espero que cuides el blog y que sea un espacio para la reflexión y el compromiso.
    Si tu impronta queda en él esto está asegurado.
    Suerte y quedamos a la espera de tu siguiente entrada.

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