Estadística

viernes, 20 de agosto de 2010

Otro Derecho Penal es Posible.

                Parte Primera

                 Cualquiera que se acerque al mundo carcelario comprobará como, éste, se constituye en una organización social que funciona con parámetros distintos a los de la vida en libertad (con sus propias reglas, valores, jerga...) y  que nacen de la ferrea voluntad social de excluir a las personas, que comenten hechos que  atacan bienes y valores, que deberían ser intocables, y de cuyo respeto depende el normal desenvolvimiento de nuestra convivencia.

                De este modo, y ante la falta de ideas más imaginativas compatibles con la dignidad humana y el legítimo derecho a perseguir y evitar la comisión de delitos, el Estado ejerce su poder para privar de libertad. Pero, como a todo poder, se le debe exigir su ejercicio desde la responsabilidad.

                En un ejercicio, a mi juicio, de responsbilidad, la Constitución Española recoge que las penas estarán orientadas hacia la reeducación y reinserción social, lo cual es sinónimo de reconocer que todas las personas, sin excepción, merecen otra oportunidad, y que el camino en la cárcel se dirige a acompañar al preso hacía el posible camino de la vida en libertad.

                  Sin embargo, tengo la convicción de que, el camino de la reinserción no es la senda que recorren nuestros presos, y las manos que se les tienden, vacias de responsabilidad, sólo están llenas de poder, del poder de privar de todas las formas de libertad posible, que más allá de la deambulatoria, se extiende a la interna, la que acompaña nuestra dignidad humana, y que es intrínseca a toda persona, de modo que la libertad se ve mermada con el hacinamiento de nuestras cárceles, superior al 170 %, se ve mermada por la falta de recursos, por la falta de asistencia médica, falta de asistencia sicológica, por la imposición de las normas a través de la rigidez y la imposición, por la privación de una mínima capacidad de autonomía, por el trato a las personas convertido en trato a números, a expedientes ....

                    Es constatable el hecho de que las cárceles son habitadas, en su mayoría, por los que ya fueron excluídos sociales, personas pobres y marginadas con un muy bajo nivel educativo, que en su mayoría tienen más de un familiar también en prisión, problemas con una raiz social, que se visibilizan cuando nuestros derechos son atacados, y que mercen respuestas adecudas.

                      Para el preso la privación de libertad física, en las actuales circunstancias del mundo carcelario, se acompaña, a lo largo de la estancia en prisión, de un odio que se cuece a fuerza de preguntas sin respuestas, necesidades afectivas no atendidas, ausencia del imprescindible perdón pesonal y perdón social ...se cuece a fuerza de horas en soledad, sin mayor expectativa que ver el tiempo pasar, horas que transcurren sin la presencia de manos amigas que  ayuden en  la reflexión para la integración....se cuece al fuego lento de la debilidad mental del que teme volverse loco ante la inactividad permanente, al fuego lento de la debilidad física del que va viendo como pierde vista, como adelgaza, como pierde pelo .... al ritmo imposible e incomprensible de las visitas y comunicaciones con la pareja, con amigos, con la madre, o con los hijos, concedidas de modo contado y ocasional... y en este ambiente de falta de afectividad el preso va perdiendo su dignidad a la par que la libertad.

                       Para nuetra sociedad la privación de libertad física, en las presentes circunstancias, nos compromote como sociedad avanzada, y en el trato que damos a los presos nos vamos debiltiando, nos restamos humanidad a la par que dejamos de creer en nuestro semejante y en sus futuras oportunidades, creamos brechas sociales que con el tiempo van creciendo para dirigirse contra nuestros sistema, con cada preso que pierde su libertad interna perdemos la oportunidad de sanar nuestra sociedad, para conseguir espacios comunes de convivencia en paz.

                          Constantemente volvemos al punto de partida, de modo que en unos parámetros muy estrechos hemos decidido ir, para después volver.
                        A la pregunta formulada por Tolstoy de por qué unos hombres se creen con razón y poder para encarcelar a otros, nuestra sociedad responde con dos palabras: necesidad y protección, y en ello andamos, compatibilizándo la respuesta con nuestros derechos fundametales y con la dignidad humana.
                        Estos son nuestros parámetros, y en nuestro ir y venir  en España cada vez hay  más presos, cárceles más grandes, más conductas que castigamos con la privación de libertad, penas más duras y largas, mayor reincidencia ....

                          Si creemos que la libertad es la mayor de nuestras conquistas, y el estandarte de la sociedad que construímos, la privación de libertad debería ser el mayor de los castigos, y por tanto merecería toda la atención y cuidado posible, si seguimos en la convicción de haber desterrado la imposición de estas penas por venganza, ¿cómo es posible asistir impávidos ante el espectáculo de una sociedad que no cree que las penas sirvan para la resocializición, a sabiendas de los pocos esfuerzos que ponemos en ello? ¿Cómo conformarse sin dar segundas, o primeras en muchos casos, oportunidades?

                          Y en el camino de la reflexión, del estudio y en el responsable ejercicio del poder pensemos que Otro Derecho Penal es Posible.... No hay poder sin responsablidad.


http://www.otroderechopenal.com/

                     
                      
                           
 
      

                


         

1 comentario:

  1. Buena suerte! Y a cuidar el blog!
    Es un placer leerte.

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